Hace poco terminé de leer “Tan poca vida” de Hanya Yanagihara, un libro del que había escuchado que era tremendamente intenso y difícil. Lo empecé aquí en Madrid, buscando quizás perderme en otra historia mientras encuentro mi propio espacio y mis propias conexiones en esta ciudad que aún siento un poco ajena. Y sí que fue intenso…

Leer “Tan poca vida” aquí en Madrid, sintiéndome un poco a la deriva, fue muy fuerte. Es un libro desgarrador, sí, pero lo que más me caló fue cómo, en medio de tanto dolor, los amigos están ahí, incondicionales. Te muestra que incluso en la oscuridad más grande, la amistad es un ancla vital, algo que valoro mucho estando sola lejos de casa.

La relación entre Jude y sus amigos es el alma del libro. Ver esa lealtad, ese cuidarse y apoyarse sin reservas, es inspirador y necesario. Me hizo pensar en mis amigas en Chile y en lo mucho que significan. Te recuerda la importancia de encontrar esas conexiones profundas cuando estás buscando tu lugar en una ciudad nueva. Es el abrazo que necesitas.

Por eso, aunque es una lectura dura, el mensaje central para mí es el poder sanador de la amistad. Te hace apreciar a quienes te conocen de verdad y te sostienen. En Madrid, empezando de nuevo, este libro me recordó que encontrar y cultivar esas relaciones genuinas es lo más valioso que puedes hacer. Son la familia que eliges y que te salva.

“Podría decirte que este incidente es una metáfora de la vida: los objetos se rompen y a veces se reparan, pero en la mayoría de los casos te das cuenta de que, por graves que sean los daños, la vida se reorganiza para compensarte de tu pérdida, a veces de una forma maravillosa”

Hanya Yanagihara

Tan Poca Vida (A Little Life)